23 de agosto de 2016 | Juan Perro
En el Price, música popular
Nunca se pierdan un recital de Santiago Auserón. Nunca se sabe cuál va a ser su mejor actuación: se trata de un artesano de altos vuelos, con la tensión de las cuerdas, con la depuración de tópicos literarios, con su abanico de genética híbrida de africanía recuperada -sin fórceps- para un trovador del rock. Cuando la cuestión musical era cool para la política y la sociedad en general, Auserón nos trajo a Bowie, a Joy Division, a los Doors, a la Velvet y, en cosa de dos discos, el metro castellano y su universo signiticativo nos mostró a niños y a adolescentes que 'No tocarte', 'El tonto Simón', 'Han caído los dos', 'A cara o cruz' o '37 grados' eran factibles: textos deslumbrantes, estética arriesgada, coloración local para un rock de dignidad inaudita en la península.